ENTREVISTA CON ALFONSO BREZMES

ENTREVISTA CON ALFONSO BREZMES

ENTREVISTA CON ALFONSO BREZMES

de Sonia Ciuffetelli

  1. Alfonso, ahora escribes poesía, pero antes de ser poeta fuiste y aún eres fotógrafo y artista visual. ¿De dónde nació tu poesía, desde una imagen o un sensación? ¿Desde un sueño?

Es verdad que en mi formación como artista la parte visual ha sido y sigue siendo muy importante, soy un ávido espectador de obras de arte de todo tipo, tanto pintura y escultura como música, películas y series y obras de teatro. Todo es alimento para el ojo del poeta, ese agujero negro de hambre insaciable, sobre todo en una sociedad tan inmediata como la que nos ha tocado vivir. En gran medida somos lo que vemos, y lo que entra de forma directa por los sentidos, aunque no nos dé tiempo a procesarlo, secretamente nos invade, para bien o para mal.

Aunque es verdad que una imagen a menudo suele ser despertar mi pulsión poética, sin embargo mi poesía no nace sólo de las imágenes, es decir no soy un poeta visualista, ya que esas imágenes pasan luego por el cerebro y el corazón, que las someten a un turbulento proceso de centrifugado del que sale, limpio y a vez algo encogido, el poema. Podría decir que de alguna forma mi poesía son sueños controlados, o a la inversa, pensamientos oníricos, ya que me gusta dejar que la razón y el inconsciente entren y salgan en mis poemas a su antojo, aunque a veces gane uno y desplace al otro del campo de juego.

  1. En el poema “Perdición” escribes “y que al placer no se va,/del placer se vuelve,/y si nacemos rotos/es porque venimos de la herida.”. En “Notas Marginales” escribes “volver es otra forma de medir/la magnitud incierta de la herida”. ¿Nuestra origen es una Herida? ¿Puedes contarnos algo sobre eso?

Venimos al mundo a través de un parto doloroso, tras un viaje oscuro y milagroso. Nuestra primera reacción es el llanto desconsolado, ya que seguimos unidos por un cordón del que nos separan nada más nacer y somos arrojados a un mundo complicado al que, sin embargo, en seguida nos aferramos -como si nos fuese la vida en ello- y del que algún día tendremos que partir. En cierto modo somos herederos del placer que dio lugar a nuestra concepción y nos hizo flotar en un líquido perfecto por un tiempo que luego olvidamos, y a la vez somos fruto de una herida que siempre nos acompañará el resto de nuestras vidas. Este equilibrio delicado entre herida y placer como compañeros de viaje, es una contradicción que se refleja de algún modo en los poemas que escribo, nunca totalmente complacientes, pero tampoco nunca pesimistas.

  1. Otro tema de tu poesía es la belleza: “A veces creo ver a mi hermano/que me saluda desde un día perdido/en el turbio manglar de la memoria/y me parece oír ancianos glaciares/fundiéndose a Kilómetros de aquí. /tengo quemaduras en los dedos. /Es la belleza, estúpido – me digo- / Y lloro.” (De: “Je crois entendre encore”)

En “Arte botánica” escribes que “algo hermoso y terrible/ ocurre entre sus pétalos/en el breve intervalo en que despiertan. Un drama silencioso.”

En el poemario “Vicios ocultos” hablas de belleza cruel: ¿cuánto lastima la belleza y cómo influye en nuestra percepción y en el conocimiento de la realidad?

No puedo estar más de acuerdo con aquello que Foster Wallace dijo una vez: el arte ha de servir para calmar a los perturbados y perturbar a  los calmados. En ese sentido, la belleza no puede ser exclusivamente un bálsamo para reconfortarnos con lo bonito que es el mundo, sino también un revulsivo para sacarnos de la comodidad autocomplaciente en que vivimos y empezar a sentir más lejos y con mayor profundidad. Por mucho encanto que tenga el protagonista diletante de La gran Belleza, la función del poeta no debe ser la de complacer, sino la de hacernos salir de nuestra zona de confort, y para eso la belleza es una buena herramienta, si sirve para penetrar en nuestros corazones y en nuestras mentes, y desde allí proporcionarnos una visión -tantas visiones como poetas hay- renovada y poliédrica del mundo.

  1. La presencia en la ausencia: “Así una casa, un cuerpo, si nadie los habita, pasan a convertirse en otra cosa, no necesariamente peor.” (De: Quando non ci sono). Desde tu punto de vista ¿el sueño o el deseo son para nosotros una posibilidad de sentirnos dichosos?

No sé si el sueño y el deseo están precisamente cerca del júbilo. Más bien pienso que los sueños, como el poema, son un inmenso territorio de libertad en que podemos sentir placer y miedo, podemos volar y caer, ser otros y desembarazarnos del pesado yo que nos acompaña como la sombra.

El deseo puede hacernos sentir vivos, pero también es una fuente terrible de ansiedad y de frustración. Tal vez no nos hemos sentido más vivos que cuando acudimos a una cita amorosa, pero el deseo se define precisamente por la ausencia del objeto amado, puesto que se desea aquello que no se tiene, y en la culminación del deseo este encuentra paradójicamente su pequeña muerte. Y esta contradicción -ser portadores de la llama del deseo y no querer que se acabe nunca para que no deje de alumbrarnos y consumirnos mientras arde- nos define como seres humanos, siempre incompletos, siempre deseantes del otro.

  1. El estilo de tu escritura poética desde “La noche tatuada” (2013) hasta “La vida en el aire” (2023) se intensifica y deviene cada vez más definido. ¿Qué necesita hoy la poesía? ¿Qué lenguaje, qué imágenes?

Sin duda. La evolución de mi poesía en los 10 años que median entre mi primer libro en 2013 y el último hasta ahora -La vida en el aire- en 2023 ha sido muy grande, y diría que incluso sorprendente para mí mismo. No obstante, en cada libro soy algo distinto al poeta que escribió el libro anterior, tal vez porque me aburro de escribir siempre lo mismo, y me gusta explorar tierras nuevas, aunque el riesgo de perderme sea alto. Reniego conscientemente del manierismo que acaba explotando siempre una fórmula de éxito, pues concibo la evolución de mi escritura como un camino personal de exploración y de despojamiento. Eso se refleja, creo, en la evolución de mi poesía en estos años en que me he atrevido a darla a conocer de forma abierta al público.

En todo caso, yo no soy quién para decir qué necesita hoy en día la poesía. Tal vez pudiera arriesgarme a decir qué necesita el mundo, pero no la poesía, ya que esta es un material sensible y altamente subjetivo y personal. Con ello no quiero decir que para mí valga todo tipo de poesía, por supuesto: pienso que la Poesía con mayúsculas -sea esto lo que sea- no debe confundirse con los sucedáneos que estimulan las redes sociales e internet y alimentan el ego, ese monstruo moderno. Todo es material poético, pero no todo es poesía, y no me refiero a un criterio sólo de calidad métrica o verbal, sino de respeto al lenguaje y al rigor, a la profundidad y a la originalidad. Y afirmo que todo es material para la poesía pues, como dijo Alejandra Pizarnik, una visión desde una alcantarilla puede ser también una visión del mundo.

  1. ¿Qué hizo que comenzaras a escribir poesía?

Supongo que una hipersensibilidad incurable que me hacía plantearme una forma personal y arriesgada de ver el mundo, y también el deseo de emular a los grandes poetas que desde joven aprendí a llevar en mi bolsillo. Sin embargo, no me atreví a  publicar mis poemas sino ya mayor, con 47 años. No soy un poeta tardío en cuanto a escritura, pero sí en cuanto a tomarme a mí mismo en serio y en serio también la tarea de escribir.

  1. ¿Tus lecturas irrenunciables?

Defiendo que el poeta ha de leer de todo, y no sólo ni principalmente poesía. Leo mucho ensayo y novela también. Por lo que se refiere estrictamente a la poesía, vuelvo siempre a Machado, Borges, Szymborska, Baudelaire y Rimbaud, Vallejo, Eliot, Pizarnik o Juarroz, ya que en cierto modo conformaron mi esencia como escrito de poesía. Pero me gusta seguir descubriendo voces interesantísimas y que se han ido volviendo imprescindibles para mí como la de Mark Strand, Alda Merini, Pavese, Sharon Olds, Louis Glück,  Miguel d´Ors.

  1. Las películas imperdibles para ti

He visto cosas que vosotros no creeríais…. Blade Runner, una estrella en la historia del cine que aún brilla en los mares de Orión y de mi memoria. El Sur, de Víctor Erice, una pequeña joya. In the mood for love, una delicia visual. Rebeca, de Hitchcok, y su comienzo tan misterioso, Ojos negros… y podría seguir llenando esta página de títulos memorables.

  1. Las personas necesitan un cambio y utilizan la tecnología para realizarlo. ¿En qué modo está la poesía contaminada por el mundo digital y cómo se preserva?

La necesidad de cambio es consustancial al ser humano para seguir avanzando como especie. Aunque a veces pueda parecer que retrocedemos en algunos aspectos éticos o morales, en este apasionante tiempo que nos ha tocado vivir los cambios tecnológicos y científicos son tan gigantes que desbordan la capacidad de adaptación, produciendo cierto temblor bajo nuestros pies, al no saber bien cómo afrontarlos sin perder otras cosas que hasta ahora considerábamos importantes o esenciales. Por ello, aunque el cambio es necesario, también es necesario saber parar para no dejarnos llevara por la vorágine  de los acontecimientos, y para ello la poesía, como la música o el arte en general, cumple un papel a mi juicio relevante.

No sé si se puede afirmar que la poesía esté contaminada por el mundo digital, si acaso lo que permite internet es el acceso universal e inmediato a través de las redes sociales y las webs o blog personales de los autores. Es cierto que esta enorme facilidad para compartir quizá ha contribuido a que aflore una poesía más superficial o menos madura, pero eso en sí mismo no es malo: lo negativo sería que esa pseudo-poesía (a menudo más parecida a letras de canciones sentimentales) sustituya a la poesía más profunda, y que los editores dejen de apostar por ella y cedan a los meros intereses comerciales. Porque, no nos engañemos, hoy lo superficial y lo inmediato han ganado a lo profundo y al esfuerzo, y no es malo que tengo su espacio, sino que invada todo el campo, como una mala hierba, hasta asfixiarlo.

Ahora bien, preservar a la poesía del mundo en que vivimos sería tanto como encapsularla y condenarla al olvido. Por ello, el poeta hoy en día ha de ser una especie de equilibrista  que debe seguir recorriendo un camino en soledad, si es que realmente quiere ofrecer una visión personal y auténtica al mundo, lejos de los caminos trillados y de las voces de sirena que llaman a las peligrosas rocas de lo que está de moda, y de otra parte no debe olvidar el tiempo en el que vivimos para integrarlo en su poesía, pues nada humano le es ajeno: el cambio climático, los fenómenos migratorios, el cine y el ate que se hace hoy, las protestas de los jóvenes, la inteligencia artificial… Todo cabe en la poesía, y corresponde al poeta avanzar sin olvidar la tradición que le precede, recordar el pasado sin renunciar al presente que le ha tocado vivir.

  1. ¿Aún podemos pensar en una poesía centrada en la tradición? ¿Cómo debería ser la poesía de nuestro tiempo?

Ni podemos prescindir de la tradición y caer en el adanismo de pensar que todo está obsoleto y se debe reinventar de nuevo, ni en el extremo contrario, atados a las formas y los temas de siempre. Beber de los clásicos, pero leer a nuestros contemporáneos. Leer los periódicos, pero tener a mano los libros de Historia. Leer a con una mano a Dante y con otra a Calvino, ese es mi ideal de lector.

La poesía de nuestro tiempo debiera ser válida para todos los tiempos. Nada pasa más rápido de moda que lo que está de moda. Es un difícil equilibrio el de querer ser clásico y absolutamente moderno a la vez, y no me gusta la poesía que cae en uno de ambos extremos. Lo que me interesa es esa voz original que es capaz de sacudirnos como un rayo y hacernos desear leerlo otra vez o incluso volvernos escritores, para emular esa descarga que es la buena poesía. A eso debería tender la poesía de nuestro tiempo, recogiendo nuevos temas pero llevándolos a las categorías esenciales del ser humano, haciendo de lo particular algo que nos concierne a todos, algo por tanto universal, como la música, las nubes o las montañas.

  1. También el cine y la fotografía te fascinan. ¿Cuáles son, para ti, los puntos de contacto entre estas dos artes y la poesía?

En mi caso muy grande, ya que, como dije antes, las imágenes funcionan como detonantes de muchos de mis poemas, aunque luego se difuminen o pasen a tener un valor relativo en el poema final. Sucede igual que con los cuentos, que se quedan en un estadio profundo de mi mente de lector, y surgen cuando menos se lo espera uno. Ver a través del objetivo de la cámara durante muchos años me proporcionó una especie de mirilla secreta por donde espiar el mundo sin ser visto, asistir a las salas de cine sigue siendo una ceremonia o de  viaje iniciático accesible a otras vidas y otros mundos, al igual que ocurre con la literatura, pero con ese componente más inmediato que da lo visual, no necesariamente mejor pero sí más a flor de piel.

  1. ¿Tu Biblia poética? ¿Cuál es el texto fundamental del primer enamoramiento?

No soy lector de un solo libro, porque rehúyo el pensamiento único. Quizá por eso lo que más se aproxime a mi libro ideal sea una antología de todos los autores a los que amo, y que voy confeccionando poco a poco, recogiendo en un documento que llamo Biblioteca personal. Sería hermoso encontrarlo un día en formato de libro impreso y publicado, siempre he pensado que es una idea hermosa la de rescatar la biblioteca selecta de un autor, y quizá ese sea mi legado poético, un poco a lo Borges, y sin pretender equipararme a él: no tanto lo que he escrito, como lo que he leído y me ha emocionado y he sabido seleccionar para otros lectores. La poesía -parodiando a Heráclito el oscuro- es un río cuyas aguas siempre son distintas, y yo soy parte de esas aguas y a la vez no soy nadie porque ya me fui.

Gracias por esta entrevista, por tu Poesía y por las páginas que nos regalas.

Sonia Ciuffetelli

Alfonso Brezmes nacido en Madrid en 1966, es poeta y artista visual español y representa a su país ante el Tribunal europeo de Derechos Humanos.
No se atrevió a publicar su poesía, que venía escribiendo desde joven, hasta los 47 años. Su primer poemario fue La noche tatuada, y desde entonces ha ido publicado Don de lenguas en 2015; Ultramor en 2017; Sed en 2020; Es tiempo, 2022; y en Argentina Vicios ocultos, en 2019.
El último libro  publicado es La vida en el aire, en 2023.Su obra poética ha sido objeto hasta la fecha en tres antologías bilingües: Quando non ci sono– en la editorial Einaudi, en 2021; Memoria e Desiderio  ( Larecherche.it) Y  Marginal Notes – Selected poems of Alfonso Brezmes Ed.Cornerstone Press-  Wisconsin University-2020.Fue elegido Ospite d´Onore de la edición 2023 del premio internacional Laudamia Bonanni (L’Aquila -Bper Banca)
Alguno de sus poemas aparecen recogidos en el blog personal Paraíso en obras https://alfonsobrezmes.wordpress.com/ que de vez en cuando alimenta con nuevas publicaciones.